LOS ENCUBRIMIENTOS DE LA AMIA Y LA DEUDA | Editorial de Ari Lijalad

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**LOS ENCUBRIMIENTOS DE LA AMIA Y LA DEUDA: 31 AÑOS DE SILENCIO Y MENTIRAS**

Hoy, 18 de julio, se cumplen 31 años del atentado a la AMIA, un ataque terrorista que dejó 85 muertos y que, tres décadas después, sigue sin esclarecerse. Durante el gobierno de Carlos Menem, se implementó un plan económico que prometía inflación cero y un dólar barato, mientras el país se hundía en la pobreza y la deuda. La justicia, lejos de buscar la verdad, ha sido cómplice en el encubrimiento de este horrendo crimen.

El encubrimiento ha sido una política de Estado, extendiéndose hasta el presente, donde el actual gobierno no solo ignora la verdad sobre la AMIA, sino que promueve un juicio en ausencia que garantiza que nunca se sepa lo que realmente ocurrió. Documentos revelan que desde el primer día, se manipuló la investigación, desviando la atención hacia Irán y dejando de lado otras pistas que apuntaban a Siria. El juez Juan José Galeano, al mando de la investigación, fue cooptado por el poder político y judicial, convirtiéndose en un peón en el tablero de la impunidad.

A pesar de las condenas a algunos implicados, la justicia ha sido insuficiente, y la causa sigue estancada. El fiscal Alberto Nisman, quien asumió la investigación en 2004, se convirtió en un símbolo de la inacción, contabilizando 84 muertos durante su mandato, pero sin aportar avances significativos. Su misteriosa muerte solo ha alimentado más teorías y especulaciones, mientras las verdaderas víctimas siguen sin respuestas.

Hoy, la atención mediática se desvía hacia escándalos menores, mientras el encubrimiento de la verdad y la deuda pública crecen. La situación económica es crítica, con el gobierno acumulando más deuda y ocultando su magnitud. La población está nuevamente atrapada en un ciclo de desinformación y manipulación, mientras el sistema judicial parece más interesado en proteger a los culpables que en hacer justicia.

A 31 años del atentado, la lucha por la verdad y la justicia continúa, pero el tiempo se agota. La sociedad no puede permitir que el silencio y el encubrimiento prevalezcan. Es hora de exigir respuestas y justicia para las víctimas de la AMIA.

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