**NAYIB BUKELE ETERNO: El “soberano” y la democracia en pausa**
El presidente salvadoreño Nayib Bukele ha desafiado abiertamente las acusaciones de dictadura en un discurso incendiario que ha reavivado el debate sobre la democracia en El Salvador. En una reciente publicación en redes sociales, Bukele afirmó que prefiere ser llamado dictador a ver a los salvadoreños asesinados en las calles, una declaración que ha resonado con su base de apoyo, que supera el 90% de aprobación.
Sin embargo, su retórica se produce en un contexto alarmante: la aprobación exprés de una reforma constitucional que permite la reelección indefinida y elimina la segunda vuelta en las elecciones presidenciales. Este movimiento ha sido criticado por desmantelar los contrapesos democráticos, dejando al país en un estado de excepción donde miles han sido encarcelados sin juicio, y muchos han sufrido detenciones arbitrarias y torturas.
La respuesta internacional ha sido tibia, con un notable silencio de los líderes que tradicionalmente defienden la democracia. Bukele, aludiendo a una supuesta doble moral, cuestiona por qué las naciones desarrolladas no se escandalizan ante la reelección indefinida de sus propios líderes, mientras que él es atacado por intentar hacer lo mismo en un país pequeño y empobrecido.
El futuro de la democracia en El Salvador pende de un hilo, mientras Bukele continúa concentrando el poder y silenciando las voces críticas. La pregunta ya no es solo si es un dictador, sino si El Salvador puede considerarse una democracia bajo su régimen. La situación se torna cada vez más crítica, y el eco de las palabras de Bukele resuena: “Nosotros vamos a seguir enfocados en buscar resultados”. La comunidad internacional observa, pero el tiempo se agota.