Entraron a una iglesia, rezaron, robaron y se retiraron sigilosamente del lugar

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Un insólito robo ha sacudido la tranquilidad de la parroquia San Pablo Apóstol en el barrio Guadalupe de Santa Fe. En un acto que desafía toda lógica, un grupo de delincuentes ingresó a la iglesia durante la misa, se arrodilló para aparentar devoción y, mientras las fieles rezaban, sustrajeron un tarjetero con documentos y tarjetas de crédito de una mujer desprevenida.

El hecho ocurrió antes de las 7 de la tarde, cuando la iglesia, aún vacía, comenzaba a llenarse para la misa. Los ladrones, que actuaron con una frialdad escalofriante, se acercaron a la víctima, quien había dejado su pertenencia a un lado mientras se concentraba en sus oraciones. En un movimiento furtivo, los criminales se llevaron el tarjetero y, tras persignarse como si nada hubiera pasado, abandonaron el lugar sin levantar sospechas.

La mujer, al darse cuenta de la falta de sus tarjetas, solicitó revisar las cámaras de seguridad de la iglesia. Fue entonces cuando se reveló la verdad: los ladrones no eran desconocidos. Varios vecinos reconocieron a los delincuentes por sus antecedentes delictivos en el barrio. La mujer, tras presentar la denuncia en la comisaría, mostró las imágenes a los agentes, quienes confirmaron que estos sujetos ya eran conocidos por sus actividades sospechosas.

Este acto de impiedad ha dejado a la comunidad en estado de shock. La pregunta que resuena entre los feligreses es: ¿hasta dónde hemos llegado cuando ni siquiera la casa de Dios es un refugio seguro? La policía ha intensificado la búsqueda de estos criminales, pero la sensación de vulnerabilidad persiste. La fe y la seguridad se han visto traicionadas en un lugar que debería ser sagrado. La comunidad de Santa Fe espera respuestas y justicia.

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